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miércoles, 20 de junio de 2007

RELATORÍA CORREGIDA DEL 9 DE JUNIO

RELATORÍA DEL SÁBADO 9 DE JUNIO

En la sesión del sábado 9 de junio abordamos tres aspectos: por un lado, la perspectiva sociohistórica de la escritura como práctica social; por otro, la escritura desde un enfoque pluricultural y por último la relación entre lectura y escritura.

Hablar de escritura como práctica social es reconocer conceptos como el de alfabetización, cultura escrita vs cultura oral, plurilingüismo y multiculturalidad.

Para empezar vimos como el concepto mismo de alfabetización se ha transformado a lo largo de la historia –o al menos es deseable que así ocurra-, aquello que significa leer y escribir no es un asunto estático, fijo o inmutable (como lo muestran los estudios de Ane Marie Chartier y Emilia Ferreiro), cambia con el devenir histórico y cultural. Aparecen entonces conceptos como el de alfabetización funcional vs analfabetismo en el sentido tradicional del término, es decir como adquisición del código escrito sin reconocer los usos diversos de la escritura.

Abordar la escritura como práctica social también implica reconocer las diferencias individuales y contextuales en la significación social de la producción vs la homogenización de los saberes y de las prácticas. En contraste con la nueva retórica que desarrolla la noción de auditorio, esta perspectiva desarrolla la noción de género, el cual hace puente entre lo cognitivo y lo social, entre lo individual y lo social (en palabras de Gloria Rincón).

Por otro lado, es fundamental la relación entre oralidad y escritura y la posición crítica frente a las tradiciones pedagógicas, cabe preguntarse entonces ¿cuál es la función social de la escritura como práctica?.

Para responder –o aproximarnos- a este interrogante aparece el concepto de cultura escrita. Olson la define como una competencia y una condición social, pues reconoce que no todos los usuarios de la lengua escrita tienen la misma competencia, hay diversos usos de la escritura y no todas las personas tienen los mismos dominios. Estos dominios se circunscriben a unas comunidades particulares y están determinados por una comunidad textual, por el dominio de unos textos, y por unos acuerdos culturales en los que se usa la escritura.

Teóricamente se comparten ciertas creencias respecto a los “beneficios” de una cultura escrita, sin embargo este concepto tiene objeciones, pues algunos autores piensan que no es una panacea para las civilizaciones. Se supone que formar parte de una cultura escrita permite el desarrollo social, económico, político, artístico, científico, literario de una comunidad. Esta idea ha sido apoyada desde muchas perspectivas. Pero también se han planteado objeciones como las de Levy Strauss, que dice que esto no es una verdad absoluta pues depende de cada cultura.

Se piensa también que la cultura escrita es el camino hacia la liberación, que vamos a ser libres críticamente, autónomos, pero también ha aportado al desarrollo de sistemas políticos supuestamente democráticos que han logrado la esclavitud mediante el sometimiento de otros.

En síntesis el debate está puesto en la posibilidad de la cultura escrita como liberación del sujeto o como medio para la esclavitud. La oposición también está desde la creencia de que sólo los pueblos que tienen escritura son pueblos civilizados, desarrollados, sin embargo otros estudios han rescatado la riqueza de pueblos ágrafos. Estudios como los de Ferreiro han mostrado que existen muchas maneras de escribir y cada una corresponde a una concepción de mundo y a una cultura. La objeción está en que también desde la oralidad hay desarrollo, pues desde ésta hay muchas maneras de resolver el problema del registro y la producción de conocimientos y la divulgación de éste.

Algunos estudios muestran que hay algo que sólo se puede lograr con la escritura, que es pensar y reflexionar sobre el lenguaje mismo. Con la escritura también se desarrollan marcos de pensamiento que no se logran con la oralidad. Esto no niega que se reconozcan niveles para la oralidad ni que se acepte que culturas orales pueden alcanzar desarrollo científico.

A partir de este aspecto, surgió polémica respecto al papel prioritario de la escritura en el desarrollo de los pueblos. Gloria mostró que algunas investigaciones muestran como en contextos de oralidad algunos pueblos le atribuyen poder a la palabra a través de personajes reconocidos en la comunidad, como el chamán, los magos, sacerdotes, que tienen una serie de conocimientos en beneficio de la misma. En estos contextos de oralidad estas personas tienen poderes con la palabra.

Otras investigaciones que han hecho estudio del desarrollo cognitivo también muestran diferencias entre los que usan la escritura con fines demasiado específicos en una determinada comunidad (el escriba, por ejem.) y aquellos que en una comunidad letrada son alfabetos funcionales, es decir, usan la escritura con fines muy prácticos. Esto lo que demuestra es que no es la posesión de la herramienta lo que genera cambios cualitativos cognitivos, si no los usos más avanzados con esta herramienta[1].

Otro aspecto fundamental en el concepto de escritura como práctica social es el tema de la DIVERSIDAD. Es reconocer contextos multiculturales y plurilingües. El tema de la diversidad también tiene relación con la diversidad de lenguas en contacto. En este punto es fundamental como se plantea la educación el asunto de la lengua, si es una educación que pretende homogenizar, como ha ocurrido a lo largo de la historia.

Finalmente, salió a flote el concepto de igualdad vs equidad, diferenciándolos de homogenización. Se rescató el papel de la escuela como espacio de resistencia y transformación, aunque también es un espacio de reproducción.

En la segunda parte de la sesión[2] abordamos una visión de la escritura vista desde los campos de la filosofía, psicoanálisis y la literatura. A la luz de un texto: como: “Breves cosideraciones acerca del concepto de escritura en la propuesta post-estructuralista de Jacques Derrida” de Cristian Cardozo. Quien de manera sucinta y profunda aborda el concepto de escritura desde los campos antes mencionados.

Además, la justificación de la elección de Derrida como autor es importante, porque discute su posición frente a una postura post-estructuralista, que como propuesta teórica da nacimiento a las teorías que se denominan auto-desconstructivas; porque pueden criticarse a sí mismas. Dichas teorías se enmarcan dentro del Dadaísmo de los años (1960) que como corriente discute el concepto de “poder” manejado en el discurso moderno, no solo desde la filosofía, la literatura y el psicoanálisis, sino también desde la teología, la pedagogía, la música y la arquitectura ofreciendo un pensamiento globalizado.
Podría decirse que Derrida coloca a la escritura en un espacio de experiencia del ser, ya que el sentido siempre va ha estar más allá de lo que podemos sospechar. Entonces, la escritura como proceso abierto permite la diseminación de los sentidos. Es lógico, vislumbrar una concepción de lenguaje que sale a flote y se enfrenta a una visión de que lenguaje es una cadena de significantes, para dar paso a un estallido de significantes, porque se convierten en inagotables en la imposibilidad de capturar con palabras las “cosas”, ya que siempre se estaría recomenzando.

La pluralidad sobre la que se trabaja en el texto se ubica en el marco de unos interrogantes: ¿Sobre que objeto trabaja la escritura?, ¿Acerca de que escribimos? Y sí ¿Todo método es una ficción?, debido al movimiento constante del proceso escritural. ¿Cualquier lectura de un texto es también la re-escritura del mismo? Y si no hay sentido último o definitivo. Podemos decir, que de manera reiterativa estos interrogantes van y vienen en las diferentes posiciones que hemos discutido, pero que aquí van más allá, porque la escritura se convierte en “objeto de estudio” que siempre esta en suspenso.La escritura es un hecho del espacio resultado de una espacialización, en la que hay una pérdida del espacio a medida que el escritor escribe el texto. La escritura es entonces una sola manera dentro de la archiescritura, definida como espacios de significación diversos. Bajo esta concepción todo es texto, nada está por fuera de éste, incluso el cerebro es un tipo de “supertexto” (comentario agregado por Martha Lucia Salamanca)

Para finalizar la sesión del sábado, se abordó la relación entre lectura y escritura. Para empezar se generó una discusión en torno a la influencia de una sobre la otra y el papel de la escuela en la toma de esta decisión. Como consenso general se definió que sí hay influencia, aunque la relación no es de interdependencia, pues ambas surgen de prácticas sociales que pueden ser distintas y los procesos cognitivos que se activan también difieren.

En la reflexión también surgió el interrogante de si la escritura es un proceso más complejo que la lectura y por qué en la escuela se empieza con la escritura para pasar a la lectura. Respecto a primer interrogante, se puede afirmar que escribir implica un mayor compromiso de parte del sujeto al exponerse a la censura y la crítica, hay por lo tanto una mayor exposición por parte del escritor que del lector. Pareciera también que la mayor preocupación de la escuela ha sido la lectura quizás como una forma de dominación, en tanto se interpreta el mundo a partir de las interpretaciones de los otros y la escritura que se inserta en la escuela es mayormente, copia de otros discursos, síntesis y actividades para comprobar el nivel de comprensión. Un modelo explicativo también surge a partir de la cantidad de estudios que hay sobre lectura y la escasa literatura para entender los procesos de escritura.

En sus estudios Eisterhold dice que hay elementos que se comparten y otros en los que difiere pues hay conocimientos específicos que se activan en cada una.

Como punto de encuentro entre ambas encontramos que tanto leer como escribir son prácticas intersubjetivas e intencionales para producir sentido que al mismo tiempo comparten procesos y exigencias cognitivas, son en esencia actos discursivos.

Relator: Beatriz Elena Calle



[1] Comentario agregado por Gloria Rincón

[2] Para la segunda parte de la relatoría tome literalmente los comentarios de Martha Salamanca.

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