Del mismo modo, se aborda el enfoque de la Lectura Crítica en donde se enfatiza sobre el componente sociocultural de la lectura –desde la perspectiva de Cassany-, el cual implica unos usos o prácticas que adopta la lectura y la escritura en cada comunidad de hablantes: la forma particular de usar y de procesar la escritura en cada situación, en cada género discursivo particular o en cada ámbito de la actividad humana. Es decir, unos conocimientos socioculturales correlacionados a este tipo de práctica. Por tanto, leer implica no solo desarrollar procesos cognitivos, sino también adquirir los conocimientos socioculturales particulares de cada práctica concreta de lectoescritura[1] (autor, lector, tipos de texto, usos preestablecidos, formas de pensamiento de una disciplina lingüística específica, convenciones lingüísticas). A tal punto, que las prácticas de lectura se vinculan con las relaciones humanas desde la democracia (comprender el punto de vista y los intereses que se amagan detrás de cada texto), la multilectura (particularidades de los discursos en cada idioma: código idiomático, variaciones conceptuales, reglas de conversación, organización discursiva), la migración de formas de comunicación escrita tradicional a formatos electrónicos (usar nuevas formas discursivas, búsqueda de coloquialidad, búsqueda de recursos gráficos para expresar las emociones, nuevos registros), los principios de aprendizaje dialógico (diálogo igualitario, inteligencia cultural, igualdad de diferencias, creación de sentidos, solidaridad, dimensión instruccional, transformación, pedagogía del oprimido) y la hegemonización de la ciencia (prestar atención a detalles relevantes que dan pistas sobre la lógica interna de cada ámbito). Respecto a este último aspecto se aclaró que la crítica puede estar en los medios de divulgación científica, mas no en los textos mismos.
De igual forma, se toma la perspectiva de Lectura y Pluralidad que parte de dos interrogantes fundamentales ¿cómo es que aprendemos? y ¿para qué se lee? A estos interrogantes o por lo menos uno de ellos se le intenta dar respuesta a partir de la Filosofía, el Psicoanálisis y la Literatura con base en algunos autores (Nietzsche, Heidegger, Foucault, Freud, Zuleta, Larbaud, Proust, Blanchot, Bloom, etc.). Con relación a la primera disciplina se plantea que leemos a la luz de un problema, o una sospecha para conseguir una esperanza y en el transito de la sospecha a la esperanza se encuentra la comprensión. La lectura pasa por la escritura para saber si hay comprensión, o sea una reproducción (más allá de la producción), que en términos de Zuleta aprender a pensar por uno mismo, leer es interpretar. Desde esta óptica, la filosofía toma la lectura como un terreno oscuro en que no se pueden determinar categorías fijas, pero establece como lugar común la comprensión. Sin embargo, la concepción de la lectura parte de una experiencia sobre ¿qué es la lectura? Que se proyecta como un desarrollo del pensamiento, apoyado desde el Psicoanálisis.
En este sentido, desde las tres disciplinas mencionadas se han elaborado concepciones a lo largo de la historia sobre la lectura y lo que ella contempla, tales como: a) la lectura va más allá de la comprensión y del conocimiento, b) leer es trabajar (el texto produce su propio código), c) la lectura es una traducción (entender al otro de otra cultura aunque hable la misma lengua, dar sentido de acuerdo con lo contextual), d) la lectura es otra cosa, por la lectura se le roba tiempo a otras actividades (por conseguir un libro se renuncia a otros gustos, por leer un buen libro se evaden compromisos sociales. La lectura es un vicio), e) Leer, entonces, es pensar. Pensar es interpretar. Interpretar es darle nuevos sentidos al mundo es poner en discusión el texto desde una perspectiva, f) la pasión por la lectura tampoco es una cosa dada (existe una relación entre lectura – pensamiento – lenguaje), g) la lectura, que es un acto íntimo y personal, tiene una relación directa con la imaginación y la memoria, h) la lectura es una mediación entre lo que propone el texto y lo que el lector posee como conocimiento contextual (dialógico), i) la lectura como integración (admiración, oposición y creación), j) la lectura de todos los buenos libros es como una conversación con los hombres más ilustres de otros siglos que fueron sus autores, k) la lectura no es una conversación, no discute, no interroga. Nunca pregunta al libro y mucho menos aún al autor, l) la lectura es egoísta, leer para sí, libre de condicionamientos seudointelectuales, es el mejor medio de acrecentar nuestro tesoro personal, entre otras construcciones cognitivas que surgen de la experiencia.
Como se observa, en estas concepciones sobre la lectura encontramos contradicciones que corresponden a una forma de pensar, actuar y concebir el mundo. No obstante, se hicieron observaciones enfatizadas en: i) no siempre se lee a la luz de un problema, ni a la luz de un deseo cuando la lectura es impuesta; ii) se necesita preparación para acceder a ciertos textos; iii) la lectura por medio de la literatura no es un mero placer, es un una construcción que puede ser compleja dependiendo del tipo de texto que se aborde.
De la misma manera, se toma el campo de la Escritura como producto en donde las teorías pretenden explicar cómo es el producto, por esto hay un énfasis en los mecanismos codificadores de la superficie de la estructura textual, es decir, por los aspectos formales de los textos, lo cual implica el dejar de lado al escritor y al proceso mismo de escribir, dado que en todas estas fuentes hay congruencia con teorías conductistas y estructuralistas del aprendizaje y del lenguaje. Estos mecanismos se explican a partir de:
- Las gramáticas tradicionales
- Los tratados de retórica clásica
[1] Este término se toma tal cual como se plantea en el texto de Cassany “Explorando las necesidades actuales de comprensión.